Barrio La Bolsa
Zona Típica del centro de Santiago
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Fiesta del vino en el emblemático Barrio La Bolsa, en pleno corazón de la ciudad
El Encanto Histórico del Barrio La Bolsa: Un Rincón Único en el Corazón de Santiago
Ubicado estratégicamente entre la Alameda, Bandera, Moneda y el Paseo Ahumada, el Barrio La Bolsa es un tesoro arquitectónico e histórico en pleno centro de Santiago. Declarado Zona Típica en 1989, este sector rompe con la cuadrícula tradicional de la capital, ofreciendo una experiencia urbana distinta y cautivadora.
Sus orígenes se remontan a los terrenos del convento de las monjas Agustinas, que en 1912 decidieron lotear el predio, dando paso a la construcción de emblemáticos edificios que hoy lo definen. Las calles interiores, angostas y adoquinadas, como Nueva York, La Bolsa y Club de la Unión, invitan a la contemplación y al recorrido pausado, a pesar del ajetreo oficinista que lo caracteriza.
Entre sus construcciones más destacadas se encuentra el imponente Edificio de la Bolsa de Comercio de Santiago, inaugurado en 1917 y obra del renombrado arquitecto Emilio Jéquier (también artífice de la Estación Mapocho y el Museo de Bellas Artes). Frente a él, el antiguo Hotel Mundial complementa la singular forma del lugar. Otro ícono es el Club de la Unión, sede de reuniones de la élite chilena desde 1925, y el Edificio Ariztía, considerado el primer "rascacielos" de Santiago con sus 52 metros de altura, pionero en contar con calefacción central a vapor y ascensor.
La Iglesia de las Agustinas, en calle Moneda, es un vestigio del monasterio original y conserva un espectacular órgano que aún resuena en conciertos de música sacra. Este barrio es un testimonio vivo del auge salitrero de fines del siglo XIX y principios del XX, cuando la ciudad experimentó una profunda modernización inspirada en el estilo europeo.
Hoy, el Barrio La Bolsa es un punto de encuentro vibrante, donde la historia y la arquitectura neoclásica se fusionan con la vida cotidiana del Santiago contemporáneo. Es un lugar ideal para pasear, admirar su patrimonio arquitectónico, tomar fotografías y sumergirse en la atmósfera cosmopolita que atrae tanto a turistas como a locales. Su carácter tranquilo y seguro, sumado a la preservación de su estilo neoclásico francés, lo convierten en una parada obligatoria para quienes desean conocer la riqueza histórica y cultural del corazón de la capital chilena.