¡elige bien!
Un clásico con historia en cada una de sus recetas
El restaurante Confitería Torres es uno de los lugares con más tradición en Santiago. Lugar preferido de presidentes, congresistas, empresarios, artistas y la bohemia de diferntes épocas, ya cuenta con más de cien años de historia.
Comida chilena, esa con sabor a abuelita y secreto de campo, es lo que inunda su carta, la misma que vio nacer el clásico sandwich Barros Luco, favorito del presidente, asiduo de este café.
Su carta es eclécitca, dominada por una gastronomía de antaño que se siente muy actual, con platos sabrooss, porciones justas e ingredientes de primera calidad.
Algunos de sus clásicos son las Machas a la Parmesana, el Arrollado Huaso o el contundente Arroz Chilote.
Su carta de vinos está bien seleccionada, con etiquetas que muestran la diversidad de la viticultura nacional, tanto en valles como en estilos.
Remodelado en 2004, aún conserva ese aire tradicional, que gracias a la cocina y a una atención por mozos profesionales llenos de anécdotas hacen de este lugar un obligado del centro.
TXT: Darío Córdova / Agosto 2018
Un clásico chileno son las empanadas fritas. En la Confitería Torres vienen con una excelente fritura y con un relleno de queso con camarón, queso solo y pino.
Las clásicas machas gratinadas acá se muestran correctas y con el sabor de antaño, con un queso rallado que podría mejorar
Salmón ahumado en caliente, con un sabor a humo elegante y persistente que combina a al perfecciono con un tártaro de palta que le da una cremosa textura al plato. Las tostadas que lo acompañan vienen ideal para combinar estos dos sabrosos ingredientes principales.
Un plato para levantar muertos este arroz caldoso, donde láminas de loco, verduras varias y un par de piures se mezclan para entregar un plato potente, lleno de sabor y muy, pero muy enjundioso.
Simple y sabroso este fue corte de filete de vacuno servido con una salsa de soya, jugo de carne y abundante cilantro, La pastelera a de que lo acompaña es un cuento aparte, cremosa, delicada y con un delicado gusto a choclo, hace de acompañamiento perfecto.
Dos gruesas láminas de arrollado huaso de buen aliño, rodados por una suave piel de chancho y acompañado por dos papas cocidas. Sin reinventar nada, este plato se gana el corazón y el paladar por lo simple y directo de sus sabores.
Este es el lugar donde se inventó el clásico Barros Luco, así que es casi imposible visitarlo y no pedir uno. Acá se hace exactamente como lo pedía el ex presidente Ramón Barros Luco, en marraqueta humectada con un toque de mantequilla, con finas laminas de churrasco de vacuno y abundante queso fundido en plancha. Con leyenda o sin ella, es uno de los mejores sándwiches chilenos.